febrero 17, 2010

Los gatos italianos peligran.

       Menudo escándalo se ha organizado en Italia. El critico gastronómico,  Beppe Bigazzi, colaborador del programa de Rai1, "La prova del cuoco", (La prueba del cocinero), ha sido suspendido por ofrecer a los televidentes una receta para cocinar gatos. Sabia de la crisis pero no imaginaba a los italianos persiguiendo gatos para lanzarlos a la cazuela. Aquí el buen hombre explicando  como cocinar al felino.



  Sobra decir que grupitos amantes y amantas de lo políticamente correcto han echado pestes del pobre Beppe. Desde las protectoras de animales a los verdes. Pero lo que dice este hombre no es, ni de lejos,  una excentricidad. En todo caso es un arcaísmo y me explico. A parte del curioso caso de La Habana, donde encontrar un gato es difícil y  es fácil adivinar porque.


 En el blog de Cocina Santiaguera hay un supuesto monologo de un gato  a punto de ir a Cuba que escribe. "Escuche en varias ocasiones que ir a Cuba puede ser para mi peligroso y terminar en una cazuela, es lo menos que quiero, una señora chismosa que estuvo aquí de visita contó que hace mucho que no se escucha maullar a un gato en la Habana y se me erizaron los pelos del rabo."


 En nuestra cultura celtíbera  hay precedentes de comida de carne de gato. Uno sale del refranero y es aquello de "dar gato por liebre". Sencillamente era una forma de engañar a un comensal dándole a comer felino y cobrándole por la deglución del roedor.


 Voy a ir mas lejos. En 1520  apareció un recetario en catalán, el "LLibre de Coch" escrito por el cocinero real, Robert de Nola. Ahí ya hay una receta de gato que me la ofrecen traducida los amigos del Centro Virtual Cervantes: El nombre del plato és "Gato asado": 
  "Se coge un gato gordo y se le degüella. Se le corta la cabeza y se desecha, pues no es conveniente comerla. Se dice que el que comiere los sesos podría perder el juicio. Quizá a D. Quijote le afectó, junto con sus lecturas, el haberlo comido a falta de otro alimento.
A continuación se desuella, se abre y se limpia. Después se envuelve en un trapo de lino y se entierra donde debe permanecer un día y una noche. Al día siguiente se le saca y se pone a asar en un asador. Cuando esté dorado se unta con mucho ajo y aceite, y mientras se asa, se le azota con una rama verde. Una vez terminado de hacer se le vuelve a azotar fuertemente. A continuación se corta como si fuese conejo o cabrito, se coloca en un plato grande, y se recoge el aceite y el ajo, que se diluye en un buen caldo consistente — 
preparado previamente— se echa sobre la carne, y ya esta listo para servir."

  Pues si la cosa aprieta ,ya sabéis. Ecologistas/tos y buenrollistas/tos  de todo/a tipo/a abstenerse. Pero no me resisto a imaginar que es un plato relativamente económico, arañazos a parte.


   (imagen:www.quemonada.com)

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