Os hablaba el otro dia en este articulo sobre la posibilidad de experimentar mezclas de sabores aparentemente raras que dan un buen resultado y sin tener que hacer un dispendio excesivo. Ahí van dos experimentos exitosos más. La tortilla a la francesa. La humilde omelette. Ya sabéis de sobra el procedimiento, partir un huevo, batirlo con ganas y añadir, a voluntad y si se quiere un poquito de leche para alargar la masa. Bién. Cuando hayáis batido bien el huevo lanzar al plato tres gotas, tres de vermouth rojo, a poder ser bueno, un Yzaguirre ideal, pero también son resultones un Martini o Un Cinzano. Descubriréis un nuevo gusto a este humilde y práctico plato.
Termino. Coged unos buenos spaguetti. Yo uso siempre Barilla, pero aquí cada uno utiliza su marca preferida, sin problema otras marcas. Los cocéis al dente, los escurrís y les añadís un poco de mantequilla para que no se peguen una vez escurridos. Una vez servido en el plato que cada comensal lance sobre la pasta un pellizco, atención a la cantidad, un pellizco, insisto, de café natural molido. Y a comer.
1 comentario:
Vaya... resulta interesante y muy sencillo.
Habrá que probarlo ¿Por qué no?
Un saludo.
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