Arranco por la parte del ahorro que es el principal móvil de este rincón digital. Desde hace tiempo los jóvenes y jóvenas andan de botellón, por mucha ley, policía, multas y castigos paternales a los que los sometan. El botellón se practica. A la vista o a escondidas. Tanto da.
A los del botellón tipo jet, pocas recomendaciones, una botella de Bombay Shapphire y tónica Schweppes y para los partidarios norteños del Kalimotxo hasta para los cartageneros del "plan barateli", ya sabéis, brick de Don Simón, aunque los hay a mitad de precio y nombre poderoso, y cola marca blanca. A poder ser cola sin cafeína porque a la hora de ir a dormir, la cama se resiste a quedarse quieta y la cafeína eterniza el vaivén.
En un repaso a la prensa de hoy mes llaman la atención dos noticias relacionadas con todo eso. La primera es una crónica de T.Lopez i M.Climent en "El Mundo" donde nos anuncian que el ayuntamiento de Alicante está promoviendo una iniciativa para hacer un "botellódromo" en la zona del puerto. Únicamente precisan de la autorización de las autoridades portuarias. Así tienen a los chicos controlados en una zona acotada de 4.000 metros cuadrados. Comerciantes y hoteleros están que trinan, claro. Pero no por los sufridos hígados de los retoños, sino porque si los chicos beben a su rollo en el nuevo sitio de peregrinaje, la caja se resentirá.
La otra notícia la daba , Lizzy Davies en "The Guardian" . Anunciaba una iniciativa de las autoridades francesas para hacer catas de vino en los comedores universitarios con la finalidad de poner freno al alcoholismo juvenil. La iniciativa partió de la petición de ministra francesa de educacíon, Valérie Pécresse, para hacer un estudio y terminar con las borracheras adolescentes de fin de semana.
Entre otros, un antiguo rector de la Sorbona, Jean-Robert Pitte, ha aplaudido la iniciativa para educar a los jóvenes en el gusto al vino y a su consumo responsable, derivado del buen catar. ¿La ecuación?: Mas calidad, menos cantidad, reducción del alcoholismo. Ojo que Francia es un país donde desde los padres daban a sus hijos vino aguado en las comidas para habituarles a lo que es la primera bebida de Francia en dura pugna por el liderazgo con la cerveza.
Los cursis dirían que han una tercera vía, que es la que usamos aquí a mansalva. Hacer una ley antibotellón, aplicarla poco y de forma arbitraria. Hoy si , mañana, no. Hoy te zurro a ti y mañana al otro. Es decir, donde nunca pasaba nada, empiezan a caer multazos personales y intransferibles a chavales que en su mayoría son insolventes económicamente. La solvencia hepática es otra cosa.
En fin, creo que, en este campo, los franceses nos dan sopas, caldo perdón, con onda. Creo intuir que durante el 2 de mayo de 1808 corría por Madrid mucho botellón para echar del trono al infeliz de Pepe Botella.
Después del jolgorio guerrillero volvió Fernando VII con las cadenas, y no me refiero al anís precisamente. Y siglos mas tarde las absurdas leyes antibotellón. ! País ! .....(Forges dixit)
(Imagen : absolutalicante.com)
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